Este es el espacio donde una Becky deja fluir las ideas, recoge memorias especiales y guarda las lecciones que le da la vida, en medio de la escuela de la cotidianidad.

martes, 17 de mayo de 2011


La escuela del perdón 2. Esto que siento, definitivamente no es bueno.


Porque como a mujer abandonada y afligida de espíritu,  te ha llamado el SEÑOR, y como a esposa de la juventud que es repudiada -dice tu Dios. “Isaías 54:6

En la escuela del perdón, otra lección aprendida: llamarlo para que me dijera lo que yo quería escuchar, no había servido absolutamente de nada…
Por Becky Son

Rabia e impotencia, letal combinación. Quisieras tener el poder de regresar el tiempo y que las cosas no hubieran sucedido así, tener un borrador para desaparecer la realidad que te lastima, negarla, pero no puedes, los hechos están allí, tangibles, la persona que amabas se fijó en otra(o), su admiración dejó de ser para ti, sus palabras bonitas, sus gestos, su cuerpo… se volvieron a alguien que aunque en ese momento odias, en el fondo solo temes que a fin de cuentas  fue mejor que tú, que le ofreció algo que tú no tenías. Quisieras gritar de rabia y vengarte con tus propias manos, pero solo terminas escondida en el mismo rincón, llorando una y otra vez. Aunque saques la espada para lastimar, ellos mucho antes ya te han herido de muerte, nada que hagas con la fuerza de tu odio hará que las cosas no hayan pasado, la venganza es vacía, vana, inútil, el desastre en tu corazón está hecho, y lo hecho… hecho está.

Cuando yo pasé por esa etapa, quería esconderme de todo el mundo, pero sobre todo de Dios, “Dios, no quisiera que ahora me vieras” le decía llorando, pero sabiendo que El no podría dejar de mirarme… “ No quisiera que me escuches en medio de este odio y esta rabia, porque esto que siento, y lo que quiero hacer, definitivamente no es bueno”. Afortunadamente, Dios no hizo caso a mis absurdas peticiones, El me miró como un pajarito herido, y aun con mis delirios absurdos, permaneció a mi lado compasivamente, después de todo, yo estaba inscrita en su Escuela del perdón, El sería mi maestro y no me dejaría desertar.

Así en medio de mis confusiones, un día no pude más y llamé al hombre que amaba y odiaba al mismo tiempo.  Quería que me mintiera, que me dijera que en realidad lo de las otras no había sido nada, que la única mujer de su vida era yo, por supuesto que lo hizo, mejor de lo que yo esperaba, pero al terminar la conversación, supe que solamente me había dicho lo que yo quería oír. Así que  la rabia y la impotencia,  sosegadas por unos minutos, seguían allí, expectantes, rezagadas, esperando la siguiente crisis, para brotar con su misma fuerza devastadora.  Solo había buscado un alivio efímero, aun si es que él hubiera sido sincero, ¿cómo realmente podría yo saberlo? ¿No me había mentido ya antes? La sombra de la duda terminó con el minúsculo calmante. En la escuela del perdón, otra lección aprendida: llamarlo para que me dijera lo que yo quería escuchar, no había servido absolutamente de nada.

En realidad, algo en el fondo de mí quería perdonarlo, porque mi cuento de hadas de un amor perfecto y eterno estaba pisoteado en el suelo, pero a lo mejor la historia podría todavía tener un final feliz, en la que su arrepentimiento era tan genuino, y mi corazón tan perdonador que a fin de cuentas, lo que pasó llegara a ser solo un pelo en la sopa, lo sacábamos y listo. Pero no le puedes exigir al corazón que estando herido se ponga firmes y siga como si nada. Yo quería que él me diera razones para perdonarlo, pero solo eran “patadas de ahogada”, todo era parte de la profusión de pensamientos y sentimientos agonizantes, que de alguna manera querían negar mi realidad, por ser tan dura de soportar.

Mientras tanto, Dios permanecía a mi lado, esperando un momento en el que yo volviera mi rostro a El, no para pedir que hiciera lo que yo quería, sino para escuchar atenta y en calma, su siguiente lección en la dura, pero necesaria, Escuela del perdón.
Continuará…. ;)

PD: Animo amigos, si están pasando por una situación como ésta, créanme una cosa, de verdad, de veras veritas, que se puede volver a sonreír J Ya saben que sus comentarios son una buena forma de apoyarme en esto. Les dejo mis abrazos,
Bky

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